Introducción
Hace ya más de treinta años que
los extraordinarios descubrimientos del Dr. Ryke Geerd Hamer han estado a la luz
pública, primero en su original alemán y ahora en francés, español e incluso en
inglés (-Resumen de la Nueva Medicina-, y -Legado de la Nueva Medicina-). Sin
embargo poca gente sabe de la nueva medicina, o la medicina sagrada, como la
denominaran en España.
Miles de aquellos que sí saben han mejorado de
cáncer, esclerosis múltiple y otras así llamadas enfermedades degenerativas
fatales después de haber sido desahuciados por el sistema médico establecido.
La finalidad de este artículo es la de describir el nuevo conocimiento e
intentar aclarar la razón de que se le suprima tan sistemáticamente. La nueva
medicina muestra en forma clara y científica que el cáncer es curable y que no
es una enfermedad en el sentido tradicional en que entendemos la palabra, sino
un grupo especial de programas de la naturaleza, comunes a todos los seres
vivientes, que juegan un papel fundamental de cooperación con el individuo en la
resolución de los desafíos que les presenta la vida.
La nueva medicina
Choque
conflictivo
Nos encontramos con desafíos todos los días de
nuestras vidas. Nuestra respuesta general a las dificultades es incrementar
nuestra actividad para enfrentar lo que sea que nos amenaza o bien la de acudir
a algún mecanismo de escape. Nuestro organismo apoya la respuesta usual
aumentando la actividad del sistema nervioso simpático, el total de nuestra
biología comienza a operar en una fase de alerta o alarma extraordinaria. Esa
susceptibilidad incrementada de nuestro organismo normalmente nos permite
responder al desafío y triunfar. Una vez resuelta la emergencia, entramos en
una fase de recuperación en la cual predomina el sistema nervioso parasimpático,
la inervación del reposo.
Sin embargo, con frecuencia se nos presentan
desafíos para los cuales no estamos preparados, mayores que el umbral de aquello
que podemos resolver. La ilustración que emplea el Dr. Hamer es la del arquero
de fútbol que ataja la pelota casi siempre. La pelota que se le escurre es
aquella que lo pilla desprevenido, era un tiro encubierto que lo sorprende yendo
en la dirección equivocada. De esta misma forma, a veces nos encontramos con
sorpresas que nos impactan en lo mas vulnerable, en forma inesperada, dando
lugar a problemas de proporciones insuperables. Como el ejemplo de la madre que
acaba de escuchar de un serio accidente que involucra a su niña, o bien el de la
persona que se entera de que su pareja le abandona, la persona que es despedida
de su trabajo o el sentirse incapaz de responder a los requerimientos de una
tarea impuesta.
Estos conflictos, denominados choques biológicos por el
Dr. Hamer, impulsan a nuestro organismo a respuestas extraordinarias.
Respuesta orgánica al
choque
El organismo responde simultáneamente en tres niveles;
psíquico, cerebral y orgánico. Al nivel psíquico la experiencia es de estrés
máximo, pensar obsesivo-compulsivo y agitación extrema. En el cerebro a su vez
aparece una formación especial, la cual se puede percibir en una tomografía
axial computada (TAC), es una serie de esferas concéntricas con foco en un lugar
particular del cerebro. En el organismo, por otro lado, aparece o bien un
tumor, una úlcera, un cambio funcional o bien una parálisis.
El cerebro
se divide en tres capas germinativas: endodermo, mesodermo y ectodermo. Son
ellas las que originan los distintos órganos y estructuras del cuerpo durante la
génesis de la persona (ontogénesis). Estas capas repiten durante la gestación
la historia de la evolución (filogénesis). Se dice que la ontogénensis, el
desarrollo del huevo fertilizado, es una mímica de la filogénesis, el desarrollo
de una especie en el proceso evolutivo. El programa más antiguo en el cerebro
manifiesta estas formaciones anulares concéntricas en la porción endodérmica del
cerebro, el tronco cerebral. En una TAC se perciben como si fueran los anillos
del tiro al blanco. Este grupo de anillos concéntricos actúa en sincronía con
una localización específica del cuerpo para producir un crecimiento del tejido
endodérmico. El Dr. Hamer ha formulado cinco leyes que abarcan el sistema que
descubrió, son todas ellas comprobables y sujetas a ser refutadas. En lo que se
refiere a tumores, o aumento
celular durante la fase de actividad del
conflicto, éstos tan solo ocurren en órganos endodérmicos dirigidos por el
tronco cerebral o bien mesodérmicos dirigidos por el cerebelo. Estos tumores
son programas especiales que permitían a nuestros -ancestros endodérmicos- el
incrementar alguna función. Afectaban el tubo digestivo, los pulmones y órganos
reproductivos así como porciones del riñón, el páncreas y el hígado, pero tan
solo los componentes endodérmicos de éstos. Estos tumores tienen por función
el aumentar la secreción, absorción, asimilación o eliminación. Incluyen
cánceres como los del estómago, glándulas mamarias, cáncer intestinal, nódulo
compacto del pulmón; tumores que en el reino animal tienen que ver con la
incapacidad de digerir, absorber, asimilar o expulsar algo. El tumor de las
glándulas mamarias tiene por función el aumentar la disponibilidad de leche para
alimentar la cría o pareja en casos de emergencia. Estos cánceres cesan de
desarrollarse cuando el
conflicto que los impulsa se resuelve, luego se
caseifican con la participación de micobacterias tuberculosas o bien se
encapsulan. Durante la fase activa del conflicto el organismo usa todas sus
energías, el sistema nervioso simpático está en constante actividad, la
circulación periférica se reduce al mínimo (extremidades frías) y la persona se
encuentra obsesionada con el problema para encontrarle solución.
El
cerebelo y la médula cerebral dirigen al mesodermo. Esta última emplea un
programa prácticamente opuesto, generando ulceración o necrosis. Durante la
fase activa del conflicto hay desaparición de células, las cuales son
eventualmente reemplazadas al resolverse el conflicto y comenzar el estado de
curación. Gran número de los conflictos localizados en la médula cerebral
tienen que ver con el sistema esquelético. Generalmente son pérdidas de
confianza en si mismo, auto-devaluación con respecto a elementos de la propia
conducta que resultan en ulceraciones de porciones específicas del esqueleto.
Las articulaciones de los dedos representan destreza, la región sacra y lumbar
la habilidad de aguantar las cargas que requiere el mundo. Por otro lado,
rodillas, brazos, extremidades, representan tipos de complejos de devaluación
atlética o dirigidos a la acción que realizan; el cuello y el cráneo por su
parte tienen que ver con situaciones de equidad y justicia, mientras que
las
caderas, por ejemplo, tienen que ver con asuntos de sexualidad o pareja.
Uno de los descubrimientos interesantes de este nuevo conocimiento es que cuando
estas ulceraciones (pérdida de tejido óseo u osteoporosis) se detienen, el
organismo multiplica células para reparar la pérdida. Estos procesos de
multiplicación son todos auto limitados, teniendo como resultado final una
articulación, vértebra, hueso o nódulo linfático reconstruidos. Actualmente la
medicina considera estos tumores de recuperación como la más peligrosa e
invasiva suerte de cáncer, empleando tratamientos que dificultan o imposibilitan
la recuperación. Es de notar que las leucemias, policitemias, así como las
multiplicaciones de otros corpúsculos sanguíneos son siempre el resultado de la
recuperación de la médula ósea, que al volver a su estado de salud y
renormalización sobre produce células por un tiempo limitado. ¡La mitad de
aquellas enfermedades que hoy consideramos casi como mortales plagas son
etapas
inocuas de recuperación, ellas mismas beneficiosas; cuyo tratamiento y
consecuente pánico las convierte en procesos mortales!
El fenómeno en su totalidad
Conflicto activo,
desarrollo de la -enfermedad-
Al sufrir una persona un
conflicto biológico produce esto un estrés anormal a nivel psíquico, se forman
esferas concéntricas en el cerebro alrededor de un foco particular que a su vez
conducen a un crecimiento o ulceración en el cuerpo. El organismo está en tono
simpático mientras esto ocurre y no se encuentran muchos síntomas orgánicos ya
sea de dolor, hemorragias, etc.
Resolución del conflicto,
recuperación de la enfermedad, curarse:
Si una persona resuelve el conflicto
que comenzó la transformación física, comienza el proceso de curación. El tumor
o la úlcera cesan de inmediato. El cerebro altera su conducta, interrumpiendo
el pensar compulsivo a nivel psíquico, y lográndose un estado de bienestar
psíquico. El sistema nervioso vegetativo pasa a la rama parasimpática,
resultando en un estado llamado vagotónico. Normalmente a estas alturas las
personas se sienten cansadas, exhaustas (son estos los varios síndromes de
fatigas). El proceso orgánico de crecimiento, ulceración o cesación de función
comienza a revertir y esto en general con la cooperación de microbios. También
como coadyuvante a la mejoría aparece la hinchazón tanto en el plano orgánico
como en el cerebro. Se establece un edema alrededor del tumor o úlcera así
como en el cerebro, donde las esferas concéntricas pierden su definición a la
vez que comienza a acumularse líquido y tejido glial para reparar y revertir los
cambios surgidos durante la
fase activa del conflicto. En el cerebro las
formaciones ahora aparecen como si fueran hinchazón: la medicina tradicional
ahora las diagnostica como tumores cerebrales. El cuerpo comienza la curación
con regeneración ectodérmica o mesodérmica, por ejemplo el relleno espontáneo de
las caries dentales, bien conocido por dentistas, sin embargo no discutido. La
recuperación de la salud para los restantes niveles mesodérmicos o endodérmicos
muestra encapsulamiento y descomposición o destrucción del
tumor.
Enfermedades:
Esta última es la etapa en que
la gente se siente enferma y acude al médico, es cuando ellos recetan
tratamientos y productos químicos que a menudo suprimen o impiden el proceso.
Entre los innumerables descubrimientos revolucionarios que surgen de esta manera
de entender la medicina está la nueva valoración de nuestra relación con el
mundo de los microbios. Los médicos de terapias alternativas de todo tipo ya
hace mucho sospechaban que definir la enfermedad simplemente como un ataque de
microbios malignos era errado. De hecho, todo el pensamiento médico del siglo
pasado estuvo dominado por el modelo de patología celular de Virchow: toda
enfermedad debía encontrarse al nivel celular. El organismo se desmoronaba ya
fuera porque los microbios habían invadido las paredes celulares o bien porque
el sistema genético fallaba, dando lugar a deformación celular, y si fallaba el
sistema inmune adquiría características malignas, volviéndose contra las células
del propio cuerpo.
El nuevo sistema aun cuando no teórico en el sentido
de que sus cinco leyes fundamentales se pueden comprobar en cada nueva situación
de enfermedad, sin embargo tiene enormes consecuencias a nivel teórico. El
entendimiento básico que surge es que aquello que llamamos enfermedad no es
accidental ni el resultado de un desmoronamiento defectuoso al nivel de los
componentes sino una conducta compleja al nivel del controlador: el cerebro y la
psique.
La medicina desde la alborada de la humanidad ha comprendido que el
cuerpo tiene capacidad de sanar y regenerarse. El entusiasmo científico y
analítico de la ilustración buscó comprender como los componentes se
influenciaban y alteraban entre sí, pero así mismo perdió de vista la
interacción del conjunto.
La
enfermedad no es un defecto sino es el resultado de control
complejo
La visión lineal de la causalidad de Newton, el
descubrimiento de Adam Smith sobre el papel de la competencia y la
interpretación de Darwin sobre la evolución, en conjunto, nos han llevado a una
comprensión de la naturaleza que asemeja un campo de batalla; la batalla es el
cuerpo y las células son los soldados.
Sin embargo, en la época del
computador y de la regulación computacional de conductas complejas se ha hecho
más fácil entender que los componentes pueden ser simplemente reemplazados y
que el organismo tiene una enorme capacidad de alternar y cambiar componentes.
La supervisión del estado orgánico ocurre en el cerebro. Los interruptores
especiales para echar a andar los programas especiales diseñados a ayudarnos a
sobrellevar el conflicto biológico también están asentados en el cerebro, así
como en la red entrelazada de núcleos celulares en el cuerpo, que constituyen lo
que podría llamarse un segundo cerebro. .
Hoy en día muchos biólogos
están descubriendo que la vida no es el campo de batalla descrito por Darwin o
por aquellos que lo han simplificado. El mundo co-evoluciona. El medio y el
organismo son un sistema de mutua adaptación y de extraordinaria cooperación.
Antes de que los primeros seres multicelulares hubieran comenzado su evolución,
la vida en la tierra había ya desarrollado su propio método de compartir
información, la forma de intercambiar nuevos descubrimientos. La red de
información que permitió a los primeros procariotes (células desprovistas de
núcleo) el intercambio de diseños innovadores de adaptación, los que permitieron
integrar máquinas celulares en los eucariotes (células nucleadas) y luego en
seres multicelulares también dio lugar al sistema de medio ambiente que con el
tiempo permitió el control complejo de eventos incluyendo aquellos de
envergadura planetaria como el del control del clima terráqueo (Lyn Margulis,
James Lovelock, también recientemente discutido
en -The Global Brain-- de
Howard Bloom). El intercambio de información a nivel celular sumado con la
co-evolución permitió el uso de este modelo a lo largo de todo el árbol
evolutivo.
Cuando un programa de cáncer o úlcera actúa en un organismo,
no constituye ejemplo de una falla iniciada por una célula defectuosa sino es el
ejemplo de una maquinaria altamente calibrada llamando a su servicio la
capacidad de adaptación del organismo y poniendo en marcha la maquinaria
corporal para permitir al individuo responder de la mejor forma posible en el
desafío que le confronta.
Los programas especiales biológicos que
comparte toda la naturaleza viva.
En colonias de bacterias es bien conocido
que ellas extienden zarcillos con la finalidad de explorar el medio y devolver
información a la colonia madre de lo que descubren (Bloom, obra citada). Los
individuos en la colonia tienen así la oportunidad de informar sobre
descubrimientos excitantes o bien usan la oportunidad para adaptarse a medios
tóxicos.
A menudo se ha descubierto que la adaptación es mucho más
rápida que lo que permitiría una mutación al azar, y es porque utiliza máquinas
y mecanismos disponibles a todo el universo biológico. Si las nuevas no son
alentadoras y la capacidad de adaptación se ve copada, el zarcillo emite señales
de peligro comunicando que éste no es buen camino a seguir, la nueva sub-colonia
luego se suicida. Así bien, incluso a nivel de colonia bacterial, la conducta
es altamente compleja, dando lugar a una suerte de inteligencia naciente, en
parte programada genéticamente, en parte resultado de reglas de interacción cuyo
resultado es la conducta cooperativa, afirmativa de la vida que es la
evolución.
Al evolucionar los seres multicelulares como resultado de la
cooperación que integró las actividades de las tantas micro-máquinas
desarrolladas por los seres unicelulares se hizo necesario encontrar una forma
de coordinación para todos estos elementos. Este es el nacimiento de la
evolución del sistema nervioso y con el tiempo del cerebro, originalmente
localizado en el núcleo de la célula. Sabemos de la biología celular que un
cambio en células circundantes resulta en conducta amistosa, agresiva o incluso
suicida en la célula original.
Ya a nivel celular existen programas de
respuesta al estrés a través de la multiplicación o reducción de actividad de
las organelas, o cambio de permeabilidad en las paredes celulares que conducen a
su lisis. Ya a nivel de colonia celular, la conducta de la colonia se hace
jerárquicamente superior a la conducta del individuo. Los controles sistémicos
complejos no tan solo ayudan a mantener la homeostasis de momento a momento sino
también se encargan de invocar las respuestas de emergencia de la totalidad del
organismo, aquellas que evolucionaron con toda la vida, aquellas que están tan
integradas en nuestros circuitos comunes como nuestros instintos y como nuestras
reacciones básicas..
Los programas especiales que invocan los tumores,
úlceras o alteraciones de función existen en la planta, el animal y el ser
humano. Las interconexiones con los microbios, con ayuda del cerebro y el
sistema inmune que establecen las reglas de cooperación para la participación de
los microbios en la recuperación de la salud también es universal a todos los
reinos vivientes. Un gato o un lobo que sufren conflicto territorial muestran
el mismo tipo de anillos concéntricos que los humanos, con localización en el
cerebro y patologías orgánicas análogas.
Estos descubrimientos hacen pensar
que la biología nos ha equipado con un código que determina la armonía de la
conducta del individuo y el grupo en circunstancias naturales. Ignoramos ese
código a nuestro propio riesgo.
Inversión de la patología
La investigación no
ha determinado aun como el control cerebral elabora la patología ni tampoco como
ella se interrumpe y se invierte. Lo que sí se ha establecido, en mas de 30.000
casos bien documentados, y este número se acrecienta día a día, son las
secuencias de los hechos. Estas secuencias de eventos hasta el día de hoy no
han mostrado excepciones. En casos en que un conflicto único, por ejemplo miedo
a perder la vida (carcinoma de nódulo redondo en el pulmón), miedo de morirse de
hambre (carcinoma solitario del hígado), miedo por la supervivencia de un hijo
(cáncer de glándulas mamarias), abandono sexual (ulceración carcinomatosa del
cuello del útero) se resuelve; el cerebro entra en una fase de curación, la
patología orgánica se detiene y la psique se calma. La duración del conflicto
tendrá relación directa con la duración de la mejoría y con sus efectos
secundarios.
Como la medicina oficial hoy en día describe cada grupo de
síntomas como si fueran una enfermedad individual, falta la comprensión de las
condiciones totales, el enfoque sistemático, o el entendimiento de cómo funciona
el sistema neuro-vegetativo y el papel que juega.
En cuanto no se
considera el conocimiento descubierto por la nueva medicina, los enfoques son
sintomáticos, paliativos y a menudo impiden la dirección óptima que debería
tomar la curación (cabe notar que si uno abre páginas de cualquier libro de
patología al azar, la causa más frecuente de cualquier enfermedad es citada como
-desconocida-).
El saber -
conocimiento
El saber como fuente de conflictos
En el
mundo de los animales, los conflictos corresponden a situaciones arcaicas
simples, la patología cumple las funciones previstas por el diseño del
programa. Un conflicto indigerible se ve iniciado por un trozo de alimento
demasiado grande para que pueda avanzar por alguna sección del tubo digestivo,
así pues, en la región próxima se da lugar a un crecimiento (adeno-carcinoma)
celular de calidad secretoria cuya función es la de incrementar la producción de
jugos digestivos para reducir el tamaño del trozo. O bien, si un cachorro ha
sido herido, el incremento de producción láctea proveniente del cáncer glandular
en la mama materna le ayuda a recuperar la salud. Si llegara a morirse de todos
modos, la próxima preñez es la resolución natural del conflicto para la
madre.
Para los humanos, los conflictos arcaicos son mediados por el
lenguaje: es posible sufrir un conflicto indigerible cuando un problema que
hemos interiorizado es demasiado grande como para poder -digerirlo-, o bien
cuando algún conflicto feo no se puede evacuar, -cagar-, cáncer del recto.
Para los humanos, el conocimiento, el -saber-, cumple varias funciones.
El conocimiento nos lleva a expectativas y a determinadas conductas. Hoy en día
por ejemplo sabemos que el cáncer es fatal; esta es la expectativa cultural y
social, también el SIDA, la esclerosis múltiple y otras tienen la misma
expectativa. Por tanto, si se nos diagnostica una de estas enfermedades, el
mismo diagnóstico causa un segundo conflicto, específicamente el miedo de
morir. Uno de los cánceres secundarios más frecuentes es el de nódulo redondo
del pulmón, correspondiente al conflicto de temer la muerte inminente. Si tal
paciente además sufre otros terrores, una vez despierto el fantasma del cáncer,
es frecuente encontrar complejos de inferioridad (auto-devaluación) en
diferentes grados de severidad (úlcera de los nódulos linfáticos o de los
huesos), miedo de ser desfigurado (en casos de cáncer de mama), ensuciado,
manchado (melanoma), miedo contra el ataque de una cavidad corporal
(mesotelioma).
Así pues, el mero conocimiento de un estado patológico se
convierte en una profética sentencia auto-sustentada por el saber.
Si
uno considera además que la medicina tradicional no muestra interés alguno en
los mecanismos generadores de los conflictos y que el sistema médico oficial se
basa en combatir síntomas, se hace muy claro que cualquier persona diagnosticada
con una de estas enfermedades, que acepta el tratamiento ofrecido e ignora que
ninguna de estas condiciones son fatales de hecho, se va a morir y morirá en
gran medida como consecuencia directa del tratamiento, por mejor que sea la
intención con la que se lo ha otorgado.
Los ejemplos de personas que
responden a un diagnóstico o pronóstico son innumerables. Incluso en las
situaciones terapéuticas tradicionales es bien conocido que aquellos que tienden
a sanar son quienes saben que se van a sanar. Este argumento no trata de
sugerir que el conflicto biológico es una suerte de factor -psíquico- o que
algunos pases mágicos van a eliminarlo. Cada conflicto es un choque conflictivo
biológico de significante envergadura y requiere una solución experimentada
orgánicamente como tal (es por esto que los conflictos de este tipo no se pueden
eliminar por medio de hipnosis). La terapia que la nueva medicina implica se
hace difícil dado el peso cultural de asociaciones con estas temidas
enfermedades. Una vez que el profesor médico apareado de su blanco uniforme de
laboratorio pronuncia su diagnosis o prognosis es muy difícil para los pacientes
convencerse de que no es cierta, que aun existe una posibilidad de salvarse. Y
normalmente es el cáncer secundario,
el cáncer causado por el choque
conflictivo del diagnóstico, el que mata. El primero no lo suele hacer, de
hecho, muchas veces el primero ya estaba en fase de resolución.
Conocimiento, el saber como
contrato social
Desde las colonias celulares procarióticas, a
través de las sociedades de plantas y animales hasta el hombre, el saber es una
herramienta para explorar, descubrir adaptar y rediseñar la realidad. Así como
lo explica Howard Bloom en el libro que hemos citado, ya sea en colonias de
insectos o en grupos humanos, los individuos actúan sus roles por medio de la
información. Hay aquellos que con valor se salen de la norma y descubren o
inventan, también están los que arbitran y juzgan qué es lo que el grupo debe
pensar (los que imponen el conformismo). En una colonia de hormigas o de
abejas no es suficiente haber descubierto una nueva fuente de alimento; es
necesario convencer a la colonia que vale la pena el esfuerzo de dedicar
recursos en aquella dirección. En su libro -La estructura de las revoluciones
científicas-, T. Kuhn postula (como lo hiciera Adam Smith mucho antes en su
monografía sobre la historia de la astronomía) que las nuevas ideas solamente se
aceptan cuando el
antiguo paradigma ha sido puesto de lado.
Y esto solamente ocurre cuando aquellos que tienen un interés creado en la
preservación del conocimiento presente han sido derrotados o pierden su
relevancia. Es así pues que la visión del mundo es la visión de aquellos que
son exitosos en la sociedad en este momento, aquellos que de momento son los
encargados de cumplir tareas específicas. La visión del mundo tiende a ser
conservadora, tiende a rechazar innovaciones de mayor envergadura.
Específicamente, la visión sistemática de cómo el mundo organiza una esfera
particular así como la de la salud, se ve acompañada de organización
institucional, estratificación de poderes, cadenas de manufactura y
distribución. Todo esto resulta en un plan complejo difícil de desbaratar
incluso si la visión total resulta inapropiada.
En su libro -The Shape
of the Past-, Tom Carney explicaba que la Antigua máquina bélica de los
griegos, el ejército de hoplitas que marchaba como una unidad, armadas con
coraza de cuero, escudo, espada corta y lanza larga, era prácticamente
invencible por cualquier formación o tecnología entonces existente. En esa
época ya la era heroica de la cuadriga (carro de guerra) había sido superada.
Los hoplitas luchaban en forma de una ancha columna, defendiendo su agro, el
cual los sustentaba y condicionaba su organización política y económica. El
proveer de armas y entrenamiento a los hoplitas requería un tamaño mínimo de
terreno. Las batallas en que se involucraban no requerían mayor estrategia y
por tanto no precisaban de un cuerpo de oficiales. Los hoplitas por lo tanto
participaban en ayuntamientos representándose a si mismos. Esta organización
precisaba que su vida económica, las leyes matrimoniales, leyes de herencia y
reglamentación del tamaño del terreno que un
minifundista podía controlar
estuvieran todas definidas. La organización era tan compleja y afectaba tantas
esferas de actividad que la estructura hoplita y su tecnología persistió mucho
tiempo después que los macedonios desarrollaran nuevas tácticas, armamento y
entrenamiento con los cuales continuamente vencían a las formaciones hoplitas
griegas. Las estrategias cambiantes provocaban una reacción que se extendía a
través de toda la estructura social; el antiguo paradigma demoró muchas décadas
en cambiar y esta demora le costó siglos de libertad a los
griegos.
La curación del
cáncer
La -curación del cáncer- está ya en nuestra
posesión, pero no es ni la -bala mágica-, ni una anti-toxina, tampoco antídoto
contra algún veneno o un atenuante de los daños al medio-ambiente. Sin embargo
hay ya más de un siglo de tradiciones e instituciones así como formas de mirar
las cosas, que previenen aceptar el nuevo conocimiento; empero, la terapia
correcta requiere como primer paso el aceptar la veracidad de estos nuevos
descubrimientos.
Por un lado, las clases dirigentes se ven confrontadas con
enormes pérdidas: las compañías de drogas, las instituciones quirúrgicas, un
sistema de salud pública cada día más henchido y más difícil de controlar, la
jerarquía de autoridad así como la totalidad de las instituciones de
investigación científica que dedican billones de dólares a direcciones de
investigación sin resultados tangibles a través de las últimas décadas. Por
otro lado, si no sobrevienen cambios, aquellos que podrían vivir bien y en forma
productiva continuarán sufriendo y muriendo. Esto es una responsabilidad
social, moral y legal enorme. Es ventajoso ignorar tal descalabro, puesto que
esta ocultación resulta equivalente al genocidio.
Es probable que el
lector conozca la metáfora de Dostoyevski en -Los hermanos Karamásov-, en
aquella parte tradicionalmente llamada -el gran inquisidor-. En ésta, Cristo ha
vuelto a la tierra, pero se le mantiene prisionero en las celdas de la
inquisición porque, como el Gran Inquisidor amablemente explica, aún cuando no
duda que habla a Cristo, aquellos valores que incitaban a revolución entonces y
que el cristianismo defiende, ahora serían muy amenazantes para el sistema. La
inquisición no se puede permitir el lujo de la vuelta de
Cristo.
La
terapia
Volviendo pues a nuestro tema, la terapia en la
nueva medicina no está basada en píldoras, lociones o productos químicos, aunque
todos ellos pueden ser de utilidad y de vez en cuando juegan papel importante.
El primer paso terapéutico es el de identificar el conflicto o constelaciones de
conflictos así como precisar la fase en que se encuentra la persona. Si, por
ejemplo, el paciente ya está en fase de resolución, entonces requiere cuidado de
apoyo para sobrellevar la hinchazón, fatiga o ritmo alterado de sueño, dolores o
hemorragias que la condición pudiera implicar. Él o ella necesitan cuidado para
el organismo durante cualquier enfermedad infecciosa o microbiana que se
presente en esta fase curativa.
Si el paciente se encuentra en una fase
de conflicto activo, el médico debe ser un detective y un amigo, debe trabajar
con su paciente ayudándole a identificar que conflicto desencadena la
situación, sea o no una situación recurrente (en la cual un conflicto o
componente vuelve a desencadenarse repetidamente -situación que rige en la
mayoría de las condiciones crónicas), debe decidir si corresponde a una
situación que puede o no ser resuelta, e incluso si es conveniente o no que sea
resuelta dados los riesgos de la fase curativa, y debe ayudar con sugerencias
que sean indicadas en vista de las causas fundamentales. La curación en sí
luego requiere de un medioambiente que apoye el cuidado de las crisis de
curación.
Sin embargo, como ya lo hemos resaltado, este enfoque
terapéutico devuelve muchas de las responsabilidades por sus propias vidas a los
pacientes. El doctor cesa de ser un sabelotodo que da órdenes terapéuticas
monosilábicas mientras flota de un paciente a otro. Se convierte en un amigo,
copartícipe, un experto clínico. Pero el paciente es el jefe. El sistema
médico actual no está estructurado sobre estas bases. El medioambiente no apoya
este enfoque y desgraciadamente las ideas y visión del mundo juegan un papel
importante y prácticamente hipnótico en cuanto a validar la realidad. Hasta que
este conocimiento sea aceptado, aquellos capaces de revertir sus lesiones
necesitan familias cooperadoras y círculos de amigos que los apoyen, amén de
expertos clínicos con mentes abiertas porque si no, tienen poca posibilidad de
triunfar, aunque en la realidad no haya barrera para su
triunfo.
La
metástasis
Aunque implícito en este artículo, el
siguiente hecho debe enfatizarse: cada formación en el cuerpo (tumor, úlcera,
defecto funcional) es dirigido por una formación en el cerebro (anillos
concéntricos en una TAC). Al comenzar la curación, hay hinchazón tanto en el
foco corporal como en el cerebral; estos últimos suelen ser erróneamente
diagnosticados como tumores cerebrales.
Frecuentemente el médico habla
entonces de metástasis en el cerebro. La metástasis como tal no existe, cada
tumor o úlcera individual tienen su propio origen conflictivo y su propio foco
directivo en el cerebro. Es posible que un solo conflicto de lugar a
expresiones múltiples, y esto depende de cómo lo experimente el individuo. La
diagnosis y el tratamiento pueden crear nuevos conflictos, todo lo cual logra
que la diagnosis se haga una especie de profecía que lleva a su propio
cumplimiento; pero todo esto es trazable a la multiplicidad de miedos y
obstáculos implícitos al tratamiento mismo. Si los conflictos están encadenados
o entrelazados, a menudo la resolución de la raíz también resuelve la cadena de
patologías. Así pues, la diagnosis médica de metástasis no tiene mucho
significado en la evaluación de la seriedad del estado de cosas. Como nota al
margen, cabe resaltar que la investigación científica aun no ha descubierto una
célula cancerosa que se desplace en cualquiera
de los líquidos corporales.
La ciencia tampoco ha podido explicar como el cáncer de un tipo se pudiera
transformar en un cáncer de tipo histológico distinto (cada capa dérmica muestra
su propio tipo de cáncer). Sin embargo la explicación de estos conceptos sería
el mínimo requerido para poder mantener una teoría sobre las metástasis.
Consecuencias para el tren de
vida
Muchos sistemas de medicina alternativa, así como la
investigación moderna abogan trenes de vida que incluyen variedad nutritiva,
descanso y ejercicio suficientes, abdicar o reducir conductas de dependencia de
substancias narcóticas, estimulantes, alcohol o tabaco así como razonable
ausencia de estrés continuo. Estos consejos parecen buenos en el sentido que
la manutención del cuerpo en un estado óptimo es sabio. Sin embargo muchos
descubren que su dieta sana no los cura, que el ejercicio no los mejora, y por
tanto vuelven a caer en hábitos desequilibrados.
El Dr. Frazer Mustard en
su investigación con el Centro Canadiense de Investigación Avanzada sugiere que
las habilidades principales para determinar la buena salud residen en la
capacidad que uno tenga de controlar sus reacciones al estrés. Junto a sus
colegas descubrió que el estrés no resuelto y continuo conduce a quebrantamiento
orgánico. Aunque ellos no entendieron el mecanismo de resolución de conflicto
como respuesta orgánica y el consecuente control del estado neuro-vegetativo,
las conclusiones que establecieron Frazer Mustard y sus colegas son básicamente
correctas. Aquellos que determinan la marcha de sus propias vidas y disponen
del ingreso para resolver muchos de los conflictos que a todos nos afectan de
hecho no desarrollan patología seria y viven más tiempo. Sin embargo, aquellos
en los escalafones socio-económicos más bajos, que disponen de menos recursos, y
pocas esperanzas, descubren que la incidencia y seriedad de sus conflictos son
mayores, sus alternativas de
tratamiento pocas, la reincidencia más frecuente
y la eutanasia iatrogénica, endémica.
Muchos científicos hoy en día están
al tanto que las epidemias de masas - la última es el SIDA - son fenómenos
complejos que involucran no un virus (existe mucha documentación demostrando la
no existencia del virus VIH), sino rechazo social, profecía que lleva a su
propio cumplimiento, desenlaces iatrogénicos, miedo, pánico y marginalización
social por razones de conducta o ingresos. Después de todo, los pacientes de
SIDA mueren de enfermedades bien conocidas, cada una de las cuales se desarrolla
de acuerdo a las reglas ya discutidas, cada una de ellas con su propio centro de
control en el cerebro, y cada una, de principio, reversible.
Las consecuencias para la medicina
social
Hoy en día se dedican incalculables recursos al
tratamiento del cáncer, desde la quimio-terapéutica y la radiación hasta los
tratamientos paliativos de los enfermos desahuciados. Al extenderse la nueva
medicina los enfoques intervencionistas van a tener que reducirse
drásticamente. Se va a reconocer que la quimio-terapéutica es venenosa y
destructiva. La radio-terapia se va a usar solamente en una ínfima porción de
lo que se hace hoy, para emergencias extremas en casos en que la hinchazón o
tumor afecte funciones vitales y en esos casos únicamente para proteger aquellas
funciones. Ya que las metástasis como tales no existen sino son conflictos
múltiples, cada cual con su propia manifestación orgánica y cerebral, la terapia
se va a orientar a resolver las causas de los conflictos y a apoyar los procesos
orgánicos. Con la desaparición del pánico y del envenenamiento iatrogénico las
tasas de enfermedad se van a reducir dramáticamente.
Como consecuencia es
de esperar que la medicina se haría financieramente asequible, estaría
socialmente integrada a la estructura misma de las actividades e interesada en
aquellos que la entienden y buscan su ayuda. La medicina se saldría del ámbito
de la industria petroquímica y entraría en el territorio del sentido común, a
cuidar del cuerpo y del alma. Como en principio, cada proceso es reversible,
las tasas de sobrevivencia incrementarían en forma astronómica a la vez que
decaería la necesidad de intervención clínica.
Sin embargo una población
libre de pánico y consciente de su poder de decisión siempre ha significado un
desafío para las jerarquías que dominan las estructuras sociales. En este caso
también ocurriría lo mismo. Es por esto que uno tiene dificultad de prever el
reconocimiento de la nueva medicina independientemente de los valores que hoy en
día subyacen a las iniciativas protectoras del medio ambiente, de la ecología y
a los impulsos a democracias de base que se están haciendo sentir en el mundo
entero.
Alternativas
La
Medicina Social
Ivan Illich explicaba ya hace más de
treinta años en su libro -Némesis médica- las razones socio-económicas del
fracaso del sistema médico institucionalizado. Son estas, razones complejas, y
tienen que ver con la entrega que las personas hacen de su responsabilidad por
la propia salud a instituciones. En aquellas se aplican reglas de eficiencia
técnica y económica y así aplican terapias uniformadas generales
independientemente de los requerimientos individuales. Estos rituales tienen
como efecto la enfermedad de origen iatrogénico (causadas por el médico o los
establecimientos de salud). La persona se convierte en un paciente y los
aspectos de su vida son evaluados como si fueran enfermedades (el nacimiento, el
embarazo, la muerte, etc.). La tecnicalización de la salud, o medicalización de
la enfermedad encubren las interrelaciones económicas y sociales que dan origen
a la enfermedad y producen jerarquías de poder y distribución que terminan dando
apoyo al enfermo en vez de
apoyar la salud y la responsabilidad, así como el
sentido más profundo del proceso de sufrir. Nos convertimos en consumidores de
paliativos en vez de ser seres humanos comprometidos con la vida. Illich
explica cuidadosamente el porqué no es posible de mejorar este sistema queriendo
ajustar sus detalles. El problema está en la interrelación superimpuesta entre
el individuo y la tecnología de la salud. La crítica de Illich es igualmente
válida hoy en día y debe dársele consideración seria si se intenta diseñar un
enfoque genérico a instituciones sociales de curación, incluso dado el
conocimiento científico que hoy poseemos.
En el Canadá por ejemplo se
defiende la medicina social en forma acérrima, y quizás así debería ser. Pero
como el Dr. Hamer, el Dr. Patch Adams y tantos otros verdaderos médicos lo han
afirmado, la medicina no debería ser un certificado que permita a quienes la
practican la impresión impune de dinero, ni tampoco es un producto de consumo
que pueda garantizar la salud o longevidad para todos los niveles de ingreso o
para alguna clase particular. La medicina social no es simplemente un reflejo
de derechos y responsabilidades sociales, también debe ser el reflejo de los
derechos y responsabilidades que tiene el individuo de ser el artífice de su
propia vida.
Los valores de
autosuficiencia y sostenibilidad
Como ya lo hemos
explicado, los programas especiales que controlan el crecimiento de los tumores,
las úlceras, las necrosis y las alteraciones funcionales en el cuerpo, vale
decir, 90% de las enfermedades conocidas, constituyen el código que tiene la
naturaleza para encarar los conflictos biológicos, aquellos desafíos
extraordinarios que confrontan al individuo o al grupo. Los programas del
endodermo, los cánceres propiamente tales, corresponden al desafío básico que se
percibe como incapacidad de atrapar, digerir, asimilar o excretar. También
incluyen elementos básicos de reproducción y preservación de la vida. Se
revierten con ayuda de descomposición mediada por micobacterias, acompañado esto
por transpiración nocturna. Las úlceras y alteraciones funcionales mesodérmicas
o ectodérmicas corresponden a la evaluación que el individuo hace de su -yo-, su
propia capacidad, habilidades, su respuesta al grupo y a la sociedad; el miedo
de perder territorio, el miedo ante ser atacado,
asco, furia, pérdida, etc.
Pueden llevar a ulceración de las venas o arterias coronarias y resultar en
ataques al corazón en su resolución, a pérdida de calcio en los huesos y vuelta
a la calcificación en la fase de recuperación, los llamados sarcomas que tienen
un crecimiento limitado si es que no se interfiere con ellos. Estos son los
programas del individuo en su grupo; todos ellos tienen un significado ya sea en
una o la otra de sus fases. Todas estas están interconectadas con la biología y
todas tienen por función ayudar al individuo en la resolución de conflictos.
El código natural no es código moral ni ético pero si tiene
consecuencias para nuestro comportamiento. El código natural da origen a un
proceso psíquico, cerebral y orgánico si es que hay una trasgresión percibida
como choque biológico. La trasgresión es en contra de un imperativo biológico:
el poseer territorio, el marcar el territorio, la defensa contra el ataque, la
falta de confianza en si mismo, miedo de perder integridad física o de estar
protegido contra el abuso.
Muchas de las instituciones que hemos creado de
hecho podrían contribuir a proteger los poderes y libertades que nuestros
propios códigos tienen por meta preservar, son ellos los sistemas de justicia y
los mecanismos de apoyo social entre tantas otras instituciones de protección de
los individuos.
Es difícil argüir que un sistema político respalda el
código biológico mejor que otro o bien fundamentar una civilización solamente en
la biología. Por otro lado, el coste de que una civilización vaya en contra de
la biología es que la civilización pierde viabilidad. Nuestros códigos nos son
exclusivos a nuestra especie sino que integran a todas las especies para lograr
la mutua convivencia y maximización de posibilidades. Una especie que elimina
toda la cacería en su territorio se condena ella misma, otra que hace a sus
miembros superfluos se ve confrontada con profunda crisis de
autoestima.
El presente sistema económico y social pretende que de alguna
manera podemos expandir nuestro crecimiento sin límites, que nunca se terminarán
los recursos. Los códigos biológicos tomaron billones de años en evolucionar, y
lo hicieron conjuntamente con todos los otros sistemas biológicos.
El requerimiento de
comunidad
Incluso a nivel de las bacterias el contacto
físico es jerárquicamente más importante que la nutrición. La pérdida de
contacto con el grupo a nivel celular lleva a la atrofia y a la muerte, a nivel
humano está conectado por lo menos con el cáncer de los túbulos del riñón, pero
casi todas las patologías empeoran cuando el elemento de pérdida se asocia con
ellas. Funcionamos como parte de una red, pero es necesario que la red total
también nos reconozca individualmente. Esto significa una comunidad de la que
realmente se puede depender, donde el individuo importa y significa para los
demás.
La necesidad de ser
valorado y de participar, la crítica y el diálogo
La
nueva medicina originó al observar un médico, el Dr. Hamer, como el mismo
desarrollara una necrosis testicular después de la pérdida de su hijo. Comenzó
luego a entrevistar, preguntar y obtener TACs de cientos, y eventualmente, miles
de pacientes que sufrían de condiciones diversas, lentamente entrelazando los
elementos de las leyes férreas que conectan todas las enfermedades y su
curación. Trabajaba a menudo casi aislado, luchando contra un sistema que
trataba de suprimirlo a cada paso. Aun cuando los descubrimientos del Dr. Hamer
han sido verificados en incontables conferencias médicas (y oficialmente en la
universidad de Tiernava, en Eslovaquia) y a pesar de que muchos médicos de
mentes abiertas lo practican quedamente, -bajo la mesa-, la jerarquía médica se
opone violentamente. Por tanto, el médico que se atreve a utilizar este enfoque
está constantemente bajo peligro de persecución por su propio directorio
profesional, arriesgando peder licencia profesional y por tanto
forma de
ganarse la vida. El peligro es real y amenazador. Aquellos que son disidentes
en cualquier campo tienen mucho que perder cuando exploran alternativas y nuevas
formas de ver las cosas. Esto lo puede atestiguar también el Prof. Ling quien
ha sugerido una forma alternativa de entender el transporte a través de
membranas celulares y quien ha sufrido el ostracismo de su propia comunidad
intelectual (http://www.gilbertling.org,
citado también en la obra de Bloom ya citada). Ya hemos mencionado lo
siguiente: el sistema tiende a resistir cambio sobre todo debido a los intereses
creados de instituciones y de individuos. Si, tal como arguye Bloom, la
naturaleza de la conducta de grupo tiene como consecuencia la imposibilidad de
prevenir que los -matones- monopolicen lo que se debe creer, entonces se hace
necesario estructurar los mecanismos de oposición que permitan que los nuevos
foros de discusión sean posibles.
El movimiento -living democracy-
(democracia viviente) sugiere que una manera de lograr esto es preservando la
variedad en el mundo a través de la protección de la independencia y
auto-suficiencia de los grupos humanos. Esto llevará al intercambio de ideas,
imitación y adopción, pero a la vez permitiría preservar y desarrollar las
alternativas que cada grupo ofrece. En el momento presente, la globalización y
la liberalización del intercambio económico impone tecnologías y creencias en
todo el mundo, incluyendo un sistema médico con todas sus confusiones. Así es
como la desesperanza que acompaña al cáncer y la mayoría de las enfermedades
crónicas se expande a todo el mundo, sin que la gente se dé cuenta del daño
omnipresente que la transmisión de esta visión de mundo y estos temores tienen
sobre otras sociedades.
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Andrés Kibedi, educado en Latinoamérica y Canadá, es
consejero de política económica para el gobierno de Ontario, Canadá, así como
practicante de medicina alternativa con títulos de homeopatía, shiatsu y NLP.
Es el traductor principal del sistema de Hamer al inglés.