L A   M E D I C I N A   N A T U R A L   A L   A L C A N C E   D E   T O D O S


        LA GLOBALIZACIÓN EN LA ALIMENTACIÓN Y LA SALUD

         

        En vez de “Qué tiempos aquellos...” deberíamos decir “Qué tiempos estos que corremos hoy”. Al sistema no le interesa en absoluto que las personas sean autosuficientes aunque en menor medida con respecto a la comida u otras necesidades. Entramos en el peligroso túnel de la globalización. Es decir: el control casi absoluto de la alimentación, el agua, la salud, etc. Se están acabando con tradiciones formas de cultivos a la vieja usanza con solo estiércol, cenizas y el compost. Los jóvenes, hijos de campesinos y labradores no quieren tomar el relevo de sus padres y prefieren la vida “moderna” que ofrece la gran ciudad y sus asfaltos. El campo, en definitiva o se abandona o se vende o alquila a las grandes multinacionales vinícolas o de monocultivos químicos industriales. No hace mucho tuve la oportunidad de visitar unos grandes invernaderos en el sur de España y me llevé una gran sorpresa al preguntar por un pequeño huerto que había aparte muy arregladito. Pregunté al propietario y me dijo lo siguiente: “Ah! Ese es para comer nosotros. EN ese trozo no tiramos pesticidas, ni herbicidas, ni abonos químicos”.

        Esta triste realidad ocurre no solo con los vegetales y frutas, también ocurre a gran escala con los animales. Los piensos llevan antibióticos para prevenir a los animales de enfermedades y a los criaderos lógicamente solo les importa criar animales de buen peso y de forma rápida y eficaz pues al fin y al cabo lo único que interesa son los beneficios económicos y no la salud. Recientes análisis realizados en Inglaterra por Sanidad han demostrado que muchas carnes llegan a las carnicerías con un porcentaje de antibióticos y hormonas más elevado de lo permitido. En todos estos casos el problema es el de siempre: lo poco que sale a la luz es solo la punta de un enorme y gigantesco iceberg que no vemos porque se oculta a la opinión pública debido a las fatídicas consecuencias en el mercado y a la incertidumbre y desconfianza que provocaría en los consumidores.

        Para el lector puede que esto solo sean datos o información interesante a tener en cuenta pero para aquellos que tenemos la oportunidad de consumir nuestros propios vegetales cultivados orgánicamente o biológicamente (término muy de moda en nuestros días), es alarmante comprobar la gran diferencia existente en los sabores. Un ejemplo lo tenemos en el pollo. No se parece nada el sabor y textura de un pollo criado encerrado en una jaula en la que apenas puede moverse y desarrollar musculatura y fortalecer huesos y comiendo piensos tratados con antibióticos a un pollo criado en un lugar espacioso con grano con avena, maíz, etc. Pero el caso del pollo es el mismo en otras especies como los terneros, cerdos, conejos, etc... En definitiva: COMEMOS AUTÉNTICA BASURA!. Lo que ocurre es que el organismo se va desgraciadamente acostumbrando poco a poco a este tipo de venenos legales y digo legales porque los gobiernos son los primeros responsables de este tipo de atrocidades contra la humanidad. Ahí tenemos algunas de las consecuencias para que reflexionemos como las vacas locas o la peste porcina. O el más antiguo: el caso del aceite de colza al que se le atribuían la muerte de muchas personas cuando más tarde se descubrió con nombres y apellidos sin que saliera a la luz de la opinión pública que el causante de todos esos males eran tomates y verduras procedentes de invernaderos del Sur de España que habían sido tratados excesivamente con pesticidas y herbicidas muy peligrosos.

        La manera más factible y segura de comer sano es sin lugar a dudas el propio cultivo natural y por desgracia eso no está al alcance de todos pero sí que podemos exigir productos más sanos y colaborar no comprando carnes de procedencia desconocida o que no respeten sus derechos.

         

          Joan Sisa para ecoaldea.com

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