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Los radicales libres

 

  • ¿Qué son los radicales libres?
    Entendemos por radical libre cualquier sustancia capaz de participar en reacciones transferencia de electrones, es decir, reacciones de oxidación-reducción. Esta dfinición nos puede hacer pensar en productos tóxicos industriales, pero sin embargo los radicales libres más comunes y peligrosos para el organismo son los iones derivados del oxígeno que son producidos de forma contínua en nuestras células: el radical superóxido (O2-), peróxido de hidrógeno (H2O2, o agua oxigenada), radical hidroxilo (.OH), etc. Así que el oxígeno, siendo un elemento imprescindible para la vida, se puede convertir en un poderoso veneno por un simple intercambio de electrones, al oxidar (robar electrones) y a veces reducir (ceder electrones) importantes moléculas biológicas. De esta forma se producen y acumulan alteraciones del ADN (ácido desoxirribonucleico, portador de la información genética) nuclear y mitocondrial, peroxidación de lípidos (enranciamiento de grasas) de las membranas celulares mitocondrial y plasmática, inactivación de importantes enzimas metabólicos mediante catálisis metálica, y alteración de proteínas produciendo derivados carbonilos. Todo esto conduce a la generación de numerosas y graves enfermedades llamadas degenerativas así como numerosos cánceres, enfermedades del sistema nervioso como el Parkinson, Alzheimer, el síndrome de Down, la esclerosis múltiple, enfermedades circulatorias como la isquemia cardíaca crónica, aterosclerosis, enfermedades respiratorias como tabaquismo, enfisema pulmonar, enfermedades gastrointestinales como pancreatitis, úlcera gástrica, enfermedades oculares como cataratas, renitopatías, enfermedades locomotoras como osteonecrosis disbárica, artritis reumatoide, enfermedaes renales como glomerulonefritis, isquemia renal, enfermedades dérmicas como efectos de la radiación solar, porfirias y enfermedades autoinmunes. La acumulación del daño celular de los radicales libre son una importante causa del envejecimiento.

  • Los mecanismos de producción
    El radical superóxido se produce cuando el oxígeno acepta un electrón, que queda desemparejado. Esto tiene lugar principalmente en las mitocondrias, órganos de las células encargados de la producción del combustible celular (ATP, adenosintrifosfato) a partir de sustancias energéticas como los azúcares, grasas, etc. y, en menor escala, durante la "explosión" fisiológica de las células defensivas como neutrófilos, monocitos, eosinófilos y macrófagos, que sigue a la digestión y destrucción de microorganismos, precisamente mediante este radical superóxido. Debido a su alta toxicidad, es continuamente destruido por los mecanismos antioxidantes de la célula. más exactamente por el valioso enzima superóxido dismutasa (SOD), y como consecuencia de esto, se forma un residuo secundario, el peróxido de hidrógeno o agua oxigenada, aunque también es originado directamente por algunos enzimas. El peróxido de hidrógeno no es en sí un verdadero radical ya que no tiene electrones desemparejados y, por lo tanto, es menos reactivo que el superóxido. Sin embargo el daño celular que produce es muy elevado debido a que a diferencia del anterior presenta una gran movilidad al cruzar de forma fácil las membranas celulares y para eliminarlo, las células poseen tambien dos enzimas, catalasa y glutation peroxidasa que provocan su ruptura. La mayor peligrosidad del peróxido de hidrógeno es debida a su accidental descomposición que es provocada por metales que actuan como catalizadores, especialmente el hierro (Fe2+) y en menor  medida el cobre (Cu+) mediante la llamada reacción Fenton. Como consecuencia de ello se forma el radical libre más activo y peligroso, el hidróxilo, que posee un electrón desemparejado y gran movilidad, por lo que ataca y daña casi todo tipo de estructura celular. Tanto la superóxido dismutasa como la catalasa reducen la formación del radical hidróxilo. Estos enzimas forman parte de las defensas antioxidantes intracelulares, en colaboración con los extracelulares, no-enzimáticas, como algunas proteínas que secuestran metales de transición (hierro) de forma que les impiden actuar como catalizadores en la producción de radicales libres, y antioxidantes tomados con la dieta, como el ácido ascórbico (vitamina C), &-tocoferol (vitamina E) y Beta-caroteno, que actúan como agentes reductores, especialmente inhibiendo la peroxidación de lípidos
    La principal cadena "fisiológica" de producción de radicales libres por lo tanto, comienza con el superóxido, justo en el interior de las mitocondrias, como consecuencia del metabolismo celular normal. El más importante mecanismo bioquímico por el que las mitocondrias producen la energía de la célula se denomina fosforilación oxidativa, gracias a cinco complejos enzimáticos, de los cuales cuatro son cadenas de transporte de electrones. La función del oxígeno es fundamental e inofensiva: recibir los electrones transportados, es decir la oxidación fisiológica de gran número de coenzimas. Pero el problema es que este mecanismo no es perfecto, y entre el 1 y el 4% del oxígeno utilizado es convertido en radicales peligrosos como el mismo superóxido. De esta forma las primeras lesiones celulares causadas por los radicales libres tienen lugar en componentes mitocondriales como el ADN mitocondrial, que acumula 16 veces más daño oxidativo que el ADN nuclear. De esto se deduce que un factor determinante y muy importante en la formación de radicales libres y daño celular es la tasa de metabolismo basal: a mayor metabolismo, mayor gasto y producción de energía (ATP, fosforilación oxidativa) y mayor producción de radicales libres y daño celular.
    Como hemos visto, a pesar de los mecanismos de defensa antioxidante, la tasa de metabolismo basal es suficiente para la producción de radicales libres y alteraciones celulares que se acumulen con el tiempo. Pero además de esto, existen situaciones en las que hay un aumento excepcional en la producción de radicales libres o, por el contrario, reducción de los mecanismos antioxidantes. Estas situaciones se engloban dentro del denominado estrés oxidativo, que sería la causa determinante en la generación de algunas de las enfermedades que se han mencionado anteriormente. Las causas que desencadenan el estrés oxidativo son muy diversas y algunas aún desconocidas, por ejemplo el ritmo de vida estresante, la luz ultravioleta del sol de cada vez mayor intensidad por la destrucción del filtro de ozono, gases radioactivos naturales como el radón, los humos de tubod de escape de los vehículos, el tabaco y algunos de los componentes de los alimentos. Pero lo cierto es que muchas de estas causas se pueden evitar, especialmente en lo que concierne a la alimentación.
  • Daño oxidativo y envejecimiento
    El envejecimiento es el mecanismo natural de aproximación a la muerte y es uno de los fenómenos que más controversia ha suscitado entre investigadores y filósofos. ¿Porqué envejecemos y morimos? ¿Cuál es el secreto de la inmortalidad? ¿Qué razones tiene la naturaleza para que en la evolución de todas las especies se haya mantenido este fenómeno? Muchas teorías filosóficas y científicas han evolucionado para responder a estas preguntas, pero hoy podemos asegurar con bastante certeza que los organismos envejecen por dos grandes causas que actúan a la vez:  causas que provocan una alteración progresiva en los organismos (por ejemplo los radicales libres), y causas genéticas que establecerían una muerte programada de los individuos. Las teorías genéticas han sido desarrolladas a partir de estudios en cultivos celulares primarios, acerca de la senescencia "in vitro" de fibroblastos (células muy comunes de los tejidos conectivos). Un mecanismo genético responsable del envejecimiento podría ser la activación de un gen (como los genes supresores de tumores) tras un número de divisiones de las células, que impediría la entrada en otro cilclo de división celular, o un fallo en la destrucción de los productos de estos genes por parte de la célula. Así, recientemente, se ha visto que las células endoteliales que envejecen en cultivo presentan un alto contenido en interleukina-1 & (un inhibidor del crecimiento celular) y que cuando experimentalmente se reduce su presencia en células, éstas aumentan en número de divisiones en un 233%. Este hecho es de gran transcendencia pues demuestra que la simple acción del producto de un gen es capaz de alargar en gran medida la proliferación celular, a pesar de las alteraciones sufridas por las células con la edad (radicales libres, glicosilaciones, etc.), aunque finalmente las células también llegan a morir. Además se ha observado que células secescentes presentan una expresión reducida de genes estimuladores de la multiplicación celular (genes c-fos y cdc2)
    Otra causa del envejecimiento es, con bastante seguridad, la acumulación de alteraciones en las células con el tiempo, que provoca una pérdida progresiva de sus capacidades funcionales. Por ejemplo en el hombre, el ADN de cada célula sufre cada día unas diez mil modificaciones producidas por los radicales libres. A pesar de que las células poseen eficaces mecanismos de reparación, una pequeña fracción de esas modificaciones queda normalmente sin poder ser reparada, provocando con la edad, una acumulación de esas alteraciones. Gran parte de las alteraciones producidas por los radicales libres se corresponden con enfermedades relacionadas con el envejecimiento y, como hemos visto, el origen de los radicales tiene lugar principalmente en las mitocondrias, como consecuencia del metabolismo normal celular. Según esto, existen dos fenómenos que explicarían el envejecimiento como la pérdida progresiva en la capacidad de producción de la energía celular: por un lado, la tasa de metabolismo en el organismo se reduce claramente con la edad probablemente debido a la acumulación de daño en ADN, proteínas y membranas de la mitocondria, responsables de la producción energética, y el otro el que la vida media de las especies animales es inversamente proporcional a la tasa metabólica basal de las mismas.

 



  • La acumulación del daño producido por los radicales libres también tiene lugar, no obstante, fuera de las mitocondrias, por ejemplo en numerosas proteínas. Así el porcentaje de proteínas alteradas (no funcionales) por radicales libres en las células es de un 10% en individuos jóvenes, mientras que en ancianos alcanza, asombrosamente, un 50%, la mitad de ellas. Es fácil imaginar lo que puede suponer para una célula poser la mitad de sus enzimas averiados, transportadores de nutrientes, receptores hormonales...
    En relación con todo esto, existe un fenómeno muy interesante que relaciona la restricción alimentaria, carcinogénesis y el envejecimiento: las restricciones calórica y/o proteica moderadas (reducciones en el consumo de calorías y/o proteínas que no provocan malnutrición ni trastornos en el desarrollo) alargan signioficativamente la vida media de los organismos sometidos, y reducen drásticamente la aparición de cánceres, incluso bajo situaciones de estrés oxidativo en experimentos con irradiación crónica. Una característica importante es que existe una disminución en la acumulación de residuos oxidados, que no es debida a una reducción en la tasa de metabolismo ya que el consumo de oxígeno se ve incrementado, sino a un alto incremento en las defensas antioxidantes. En las restricciones calórica y proteica también se reduce el crecimiento de los animales, que se hacen más esbeltos y con menor riesgo de muerte prematura y cáncer, y hay una alteración en la capacidad de reproducción, con un retraso en la pubertad de los animales (estos dos fenómenos podrían ser debidos a cambios hormonales). Además, en las dos restricciones, calórica y proteica, existe un aumento de la inmunidad mediada por células (leucocitos), y una ligera o nula reducción de la inmunidad humoral.
    Con vistas a una aplicación humana de estos experimentos, la restricción proteica tiene ventajas sobre la calórica. En primer lugar, en la restricción calórica la reducción necesaria es del 25-40%, lo que es imposible de aplicar en el hombre de por vida. Con la restricción proteica se consiguen los mismos efectos que con la calórica, aunque los animales consumen más calorías y alcanzan menos peso que los animales alimentados con dietas ricas en proteínas, pero poseen menos colesterol en el plasma, un sistema inmune más eficaz, menor número de tumores y mayor longevidad. Además y derivados, se debería reducir también al mínimo el consumo de legumbres secas, frutos secos, quesos duros... aunque el problema práctico es el cálculo de ese mínimo, cuestión reservada a los expertos en nutrición.
    La investigación en este campo, por los tanto, tiene que avanzar todavía mucho más, en especial en la averiguación de la razón exacta de los beneficiosos efectos de las dietas bajas en proteínas (que no carentes), así como en la mejora de la dieta humana. Todavía tendremos que esperar unos años a que las causas genéticas del envejecimiento queden perfectamente determinadas, y seamos capaces de controlar nuestra propia "autodestrucción”. Por ahora nos hemos de limitar a combatir las causas que provocan las alteraciones progresivas de las células de una forma dietética, incrementando el consumo de los promotores de radicales libres.
     
  • Enfermedades provocadas por los radicales libres
    Como ya hemos comentado, situaciones en las que la actividad de los radicales libres se ve incrementada, es decir, en el estrés oxidativo, pueden originar la aparición de numerosa y graves enfermedades, algunas de las cuales comentaremos brevemente. Este es el caso de algunos tipos de cánceres, provocados por tóxicos carcinogénicos (como los ésteres forbólicos, hidracinas, quinonas, etc.) o las raciaciones ionizantes, que pueden tener su origen en la actividad de los radicales libres que originan, provocando alteraciones en el ADN, como transformaciones de las bases, rotura de cromosomas y aumento en el número de copias de genes, también modificando (oxidando) diversas prostaglandinas (íntimamente relacionadas con la multiplicación celular), o alterando las membranas celulares (peroxidación de lípidos) y, por lo tanto, la comunicación entre células.
    La arteriosclerosis es la primera causa de muerte en los humanos. Consiste en el endurecimiento y obstrucción de vasos sanguíneos debido al depósito de grasas (LDL, lipoproteínas de baja densidad) en la pared de los mismos, y acumulación de células defensivas. Los radicales libres actúan de muy diferente maneras: ,lípidos de la sangre como el colesterol, en forma oxidada (lo que es muy frecuente en dietas ricas en grasas), pueden iniciar el ataque a células endoteriales de las arterias; el daño se incrementa debido a los radicales liberados por las células defensivas acumuladas, y porque las LDL de la sangre son rápidamente oxidadas por las células de la lesión (ateroma), y absorbidas rápidamente por macrófagos (células defensivas de los tejidos), que se convierten en células “espumosas”; algunos de éstos peróxidos de LDL también consiguen atraer más leucocitos de la sangre (monocitos), incrementando el tamaño de la lesión.
    El cerebro posee un elevadísimo contenido en grasas y un alto metabolismo, ya que utiliza el 20% del oxígeno consumido. Así, peroxidación de lípidos y alteraciones en la fosforilación oxidativa están, probablemente, entre las causas de la demencia senil y enfermedades neurodegenerativas como el Parkinson, Alzheimer o la esclerosis lateral amiotrófica, mediante un proceso denominado de excitotoxicidad. Este consiste en la muerte de las neuronas provocada por la activación de receptores en sus membranas mediante aminoácidos excitadores (glutamato...), cuando el potencial eléctrico de la membrana celular estça fuera de control debido a la falta de energía necesaria (ATP), suministrada por las mitocondrias. Y como hemos visto, los radicales libres son unos de los responsables del descenso de actividad de éstas y del daño en ADN. La enfermedad del
    Parkinson es muy común, y asociada con alteraciones en los movimientos y falta de neuronas dopaminérgicas en la sustancia negra del cerebro. Es debida, probablemente, a deficiencias en el primero de los cinco complejos enzimáticos de las mitocondrias, encargados de la producción de la energía celular mediante fosforilación oxidativa. Los enfermos contienen, además, numerosas alteraciones en el ADN mitocondrial de las neuronas. La enfermedad de Alzheimer es también muy común y está asociada con demencia progresiva y atrofia de la corteza cerebral, también de causa heterogénea, pero relacionad con alteraciones en el complejo enzimático IV de mitocondrias cerebrales. Se ha propuesto, además, como causa de esta enfermedad, la inactivación progresiva de un enzima (mediante oxidación catalizada por metales), glutamina sintetasa, en los lóbulos frontales del cerebro, enzima encargada del control del amoniaco intracelular y del pH. La esclerosis lateral amiotrófica es una enfermedad debida a la degeneración de las neuronas motoras de la corteza y médula espinal, lo que conduce a una parálisis progresiva y, tarde o temprano, la muerte (se hizo recientemente popular por ser la afección del famoso físico y escritor Stephen Hawking). Este año se ha descubierto que la enfermedad está relacionada con un defecto en el gen SOD1, que codifica el encima antioxidante superóxido dismutasa, por lo que el consecuente aumento en la concentración de radical superóxido provocaría la muerte neuronal.
    En las enfermedades inflamatorias se ha observado también la importancia de los radicales libres. Cuando las células defensivas como los neutrófilos se concentran y activan en focos infecciosos, artríticos, etc., contribuyen también al fenómeno inflamatorio mediante la eliminación masiva de radicales y daño tisulas, como es el caso de la
    glomerulonefritis y de la artritis reumatoide, en donde los enfermos poseen niveles de proteinas oxidadas en los glomérulos renales y el líquido sinovial. Los radicales tomados con los alimentos, los producidos por bacterias y células desprendidas de las mucosas, y los oxidantes de la saliva y humo de tabaco, pueden alcanzar elevadas concentraciones en la luz del tubo digestivo, llegando a dañar la mucosa gastrointestinal y produciendo procesos inflamatorios, úlceras e incluso cáncer de colon, a pesar de que el moco del tracto gastrointestinal (y traqueobronquial) posee propiedades antioxidantes.
    Las
    cataratas seniles son otro fenómeno asociado con el daño oxidativo, e inducido por la luz. El cristalino contiene altas concentraciones de peróxido de hidrógeno, y se le considera responsable del alto contenido de proteínas modificadas en las cataratas. en experimentos con cristalinos "in vitro" se han producido las mismas lesiones físicas que en el hombre, mediante oxidaciones catalizadas por metales.
    Como se ha podido apreciar a lo largo de éste artículo, los radicales libres son, probablemente, los últimos responsables en la producción y/o complicación de numerosos procesos patológicos, aunque son todavía muchos los interrogantes a resolver acerca de sus mecanismos de acción, y más aún sobre los modos de prevención y terapia. A pesar de ello, sabemos que algunos cambios dietéticos y de hábitos pueden ayudar a luchar contra gran número de los desagradables efectos de los radicales libres, a la espera del descubrimiento de efectivos tratamientos para algunas de las enfermedades denominadas incurables, así como para el envejecimiento. Hasta que ese momento llegue, creemos que las terapias naturales y los modos de vida relacionados, tienen mucho que decir al respecto.



     
  • FUENTES EXÓGENAS OXIDANTES Y ANTIOXIDANTES
    El mayor peligro de algunos alimentos no es su contenido en radicales libres, sino en compuestos tóxicos que se comportan como promotores en la producción de radicales, una vez ingeridos. A pesar de la innumerables razones a favor de lo regímenes vegetarianos, hay que reconocer que las plantas sintetizan grandes cantidades de tóxicos químicos en defensa contra las miles de bacterias, hongos, insectos y otros depredadores que las atacan. Estos tóxicos son los que, la mayor parte de las veces, se comportan en el hombre como promotores de los radicales libres, carcinógenos, mutágenos...
    Los
    champiñones, por ejemplo, son muy ricos en hidracinas como la agaritina (300mg por cada 100g) que es un potente compuesto carcinógeno y mutágeno que probablemente actúa produciendo radicales axidativos. El apio y el perejil poseen altas cantidades de psolarenos, potentes carcinógenos y mutágenos, que al activarse por la luz producen radicales libres. El ruibarbo y el café presentan grandes dosis de antraquinonas y catecoles, también mutágenos y carcinógenos, que generan radicales libres que dañan directamente el ADN y lípidos (cada taza de café contiene unos 250mg de ácido caféico, un catecol). La teobromina, consumida en varios miligramos al día como componente del chocolate y té, actúa potenciando las alteraciones del ADN producidas por carcinógenos, además de generar espermatozoides anormales en ratas. Las habas o judías contienen los tóxicos vicina y convicina en un 2% de peso seco, que al ser descompuestos enzimáticamente por el organismo se transforman en quinonas que generan radicales libres. Los brotes de alfalfa continene canavanina en un 1,5% del peso seco, un tóxico que produce lupus eritematoso, un proceso autoinmune caracterizado por rotura de cromosomas debida a radicales oxigenados.
    La lista con importantes productos tóxicos en plantas es enorme, y ello supone que diariamente consumimos varios gramos diarios de pesticidas “naturales”, una cantidad diez mil veces mayor que la correspondiente a los pesticidas “artificiales”. Sin embargo, los vegetales también son portadores de productos antioxidantes y anticancerígenos, que en los animales forman parte de las defensas extracelulares. La vitamina E o tocoferol, muy abundante en el
    germen de trigo, es el principal eliminador de radicales libres en las membranas celulares, y ha sido utilizada eficazmente en el tratamiento de algunas enfermedades relacionadas con oxidantes. Los carótenos son otros importantes antioxidante y anticarcinógenos, y están presentes en todos los alimentos que contienen clorofila, especialmente las zanahorias, tomates, pimientos, etc. Tienen efectos protectores sobre los fumadores (por el alto nivel de oxidantes en el humo y alquitrán del tabaco) y se utiliza en el tratamiento de las porfirias. Otros grandes antioxidantes y anticarcinógenos probados en roedores son el ácido ascórbico o vitamina C, glutation (procedente de aminoácidos azufrados como la cisteína) y el selenio.
    Las cantidades óptimas diarias de antioxidantes y anticarcinógenos tomados con la dieta están todavía por determinar, pero por el momento podemos, por ejemplo, reducir el riesgo de cánceres de origen ambiental (que son el 80% del total, y provocados por el tabaco y modos alimenticios) incrementando el consumo de alimentos ricos en vitaminas E y C, y en carótenos (el selenio resulta tóxico en dosis muy altas).
     

Víctor Sorribas.


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